Hemos elegido como personaje del mes de noviembre de 2001 a Wilhelm Konrad Roentgen, al cumplirse el siglo desde que le fuera concedido el primer Premio Nobel de Física. De lo anterior no debe colegirse que se ha otorgado 100 Premio Nobel en Física, pues el concurso fue declarado desierto en 6 ocasiones hasta la fecha (años 1916, 31, 34, 40, 41 y 42). Además fue precisamente en un mes de noviembre (año 1895) cuando este físico alemán realizó su experimento precursor que habría de llevarle a la fama.

El principal motivo para conferirle el máximo galardón de la especialidad a Roentgen fue su descubrimiento de los Rayos X, bautizados así por su descubridor al resultar absolutamente desconocidos, rebautizados luego como Rayos Roentgen, aunque demasiado tarde como para que el cambio de nombre tuviera éxito. Así, en el manifiesto en el cual se le otorga el Premio Nobel se puede leer: "en reconocimiento por los extraordinarios servicios prestados por el descubrimiento de los notables rayos que llevan su nombre". Si bien Roentgen recibió el Nobel en Física, el uso masivo de la tecnología que surgió con su descubrimiento se produjo en medicina. Como curiosidad apuntemos que el Premio Nobel de Medicina ese mismo año 1901 le fue concedido al también alemán Emil von Behring por el descubrimiento de un suero para el tratamiento terapéutico de la difteria.

Roentgen nació en la aldea renana de Lennep en 1845. A los 17 años ingresó a la Escuela Técnica de Utrecht, Holanda. Pasó luego a la Escuela Politécnica de Zurich, Suiza, donde se tituló de ingeniero mecánico, doctorándose en 1869. Enseñó física en Estrasburgo desde 1876. Regresó a Alemania a la Universidad de Giessen en 1879, para pasar luego a la Universidad de Würzburg en 1888, donde habría de efectuar su descubrimiento más portentoso. La trayectoria anterior habla de un hombre empapado de la cultura europea de su época.

El 8 de noviembre de 1895, en un laboratorio de la Universidad de Würzburg, nuestro personaje notó una extraña fluorescencia en una pantalla. Advirtió que este fenómeno estaba relacionado con la producción de rayos catódicos que estaba produciendo en otro mesón del laboratorio, sin conexión aparente con la pantalla que se tornó fluorescente. Roentgen notó que el fenómeno continuaba aún si envolvía el tubo de rayos catódicos mediante gruesos y opacos materiales. Comenzó entonces una actividad febril, durante dos meses, para caracterizar bien las propiedades de la nueva radiación. Esto incluyó las primeras radiografías, manos de un colega y de su esposa, experimento reproducido en Chile tan sólo tres meses después por el Prof. Luis Ladislao Zegers en la Universidad de Chile, utilizando su propia mano. Sólo cuando Roentgen tuvo resultados concretos y maduros los comunicó a la Sociedad Físico-Médica de su universidad. Esto le trajo enemigos. Así, Silvanus Thompson se quejó de que el descubridor había dejado muy poco para que los demás contribuyeran a la expansión del campo.

Tal vez por estos sinsabores el descubridor de los Rayos X aceptó la cátedra de física en la Universidad de Munich en 1900. Sin embargo, no guardó rencor y donó el dinero de su Premio Nobel de 1901 a su querida Universidad de Würzburg. Rechazó patentar sus inventos para que todos pudieran beneficiarse de ellos. También rechazó el título honorario de pasar a llamarse von Roentgen, que le habría valido su entrada a la nobleza alemana. No obstante, aceptó distinciones científicas como la Medalla Rumford de la Sociedad Real de Londres y también el grado honorario de Doctor en Medicina que le confirió su Universidad de Würzburg.

Wilhelm Konrad Roentgen murió en Munich, al borde de la bancarrota, en 1923.