Debo confesar que no tengo en alta estima el trabajo de algunos periodistas, pues siempre me ha parecido que muchos de quienes ejercen esta noble profesión padecen de una tendencia casi compulsiva a opinar con propiedad y ligereza respecto de los más diversos temas, incluso aquellos en los cuales su falta de competencia es ampliamente conocida y reconocida, como ocurre en el ámbito de la ciencia y la tecnología, donde la preparación e idoneidad periodísticas suelen ser sumamente deficientes, por no decir paupérrimas.

Como no deseo pecar de parcialidad o falta de objetividad en mis juicios, también debo confesar que en varias ocasiones he tenido la dicha de toparme con periodistas que cuentan con una formación científica sólida, pero me bastan los dedos de ambas manos para contar aquellas honrosas excepciones. Si mis palabras le perecen demasiado duras, permítame relatar un bochornoso incidente que espero le haga cambiar de parecer..

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