Debo confesar que soy un devoto de la pizza. De entre todas las delicias culinarias que he tenido el placer de degustar, la pizza me ha parecido siempre la más apetitosa. Su incomparable textura, su delicioso aroma, su exquisito sabor cautivaron mi paladar hace ya mucho tiempo. .

Sin embargo, mis primeras experiencias no fueron todo lo gratas que hubiese deseado, pues mi paladar debió padecer dolorosas quemaduras hasta que finalmente comprendí que la pizza no sólo merece devoción, sino también mucho respeto. Aquella dolorosa experiencia, unida a la pasión que la pizza comenzó a despertar tempranamente en mí, no tardaron en abrir mi apetito científico..

Descargar artículo (PDF)